LOS CELOS DE DIOS




Los celos del hombre

Prov 6:34 Porque los celos son el furor del hombre, Y no perdonará en el día de la venganza

Prov 27:4 Cruel es el furor e inundación la ira; pero ¿quién se mantendrá ante los celos?

Los celos son una emoción sentida por aquel que percibe que otra persona da a una tercera algo que él quiere para sí (normalmente atención, amor o afecto).

Los celos serían una emoción secundaria, de odio que se prueba por frustración viendo otro gozar de una ventaja que no se posee o que se desearía poseer exclusivamente.

Los celos según la Biblia son obra de la carne, de nuestra naturaleza pecaminosa y nuestro YO egoísta descontrolado.

Cant 8:6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.

Los celos además de ser una obra de la carne, demuestra el nivel espiritual en que andamos, una persona que constantemente fluye en celos es una persona que está descuidando su vida espiritual.

Los celos son una proyección de nuestra propia infidelidad. Muchas veces una persona es celosa porque ella misma fue infiel anteriormente y luego ve y sospecha que su pareja también lo sea.

Cuando una persona tiene celos y sospechas infundadas debe tomar una firme determinación.

Debe pedir perdón a Dios, porque los celos son un pecado que destruye las relaciones.

Debe pedir a Dios ordene su mente.

Jesucristo, te necesito en mi corazón. Quita este egocentrismo.

Apodérate de mis bajas pasiones y arráncalas de mi alma.

Abramos el corazón a Cristo, Él va a renovar nuestra mente

Pongamos nuestras vidas en las manos de Cristo ahora mismo.

Sant 3:14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;

Sant 3:16
Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa


Los celos de Dios

Los celos de Dios están en un nivel muy diferente al del hombre. Dios es celoso de aquellos que le pertenecen. Es celoso de la humanidad. Él creó al ser humano y ha pagado para él una redención, haciendo posible que sea salvo por la gracia. Su voluntad es que nadie perezca, que se pierda, Él quiere que los seres humanos se salven. Así que, en este sentido, está celoso de la humanidad. Pero cuando las personas no se vuelven a Él, va a juzgarlas.
Ju 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. -17Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. -18El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Sof 3:12 Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová. -13 El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice. -14 Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén. -15 Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal.  -16 En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus manos. -17Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. -18 Reuniré a los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una carga. -19 He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra. -20 En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová.

Deuteronomio 4:24

Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso.

El celo de Dios a través de Pablo

En su segundo viaje evangelista, él hizo una parada en la ruidosa ciudad de Corinto. Mientras vivía en esa ciudad, Pablo conoció de primera mano las dificultades que los cristianos que vivían en Corinto tenían que afrontar.

Corinto era una ciudad puerto, rica y multiétnica. Los negocios de los muelles traían consigo idiomas, ética, culturas y religiones de todas partes del mundo conocido; y era un centro de adoración pagano. Ahí se encontraban todos los cultos para los dioses de Egipto, Roma y Grecia.

Se decía que el famoso templo de Diana (también conocida como Afrodita, la diosa del amor) tenía 1.000 sacerdotisas” o prostitutas del templo.

La reputación de la ciudad por su inmoralidad sexual rampante era conocida en todo lado e inspiró el término corintianizar que significaba vivir como los corintios; era llevar una vida de promiscuidad y libertinaje.

No es de sorprenderse que Pablo tuviera un lugar especial en su corazón para aquellos que luchaban por mantener su cristiandad a pesar de todas las dificultades en Corinto. Incluso después de haberse ido de Corinto para continuar sus viajes, los miembros de esta ciudad estaban con frecuencia en sus pensamientos.

Las dos cartas que él les escribió a los de Corinto muestra el profundo amor y preocupación que sentía por ellos, incluso al punto de corregirlos y tratar de protegerlos.

Los peligros del pecado y de los falsos maestros

Pablo, en su segunda epístola a la iglesia en Corinto, les recordó que tuvieran cuidado de los falsos profetas y que no creyeran en sus palabras. Después escribió, “¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme. Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Corintios 11:1-2).

Él les habló a los miembros de Corinto como un padre le habla a su hija que ama y quiere protegerla, porque él los amaba de la misma manera. Él los estaba cuidando. Aquí la palabra celos se define como “vigilancia en mantener o proteger algo”.

Todos tenemos el deseo de cuidar y proteger algo o a alguien que nos interesa por todos los medios posibles, ser celosos por ellos (no celosos de ellos). Éste era el tipo de celos que Pablo sentía por los de Corinto, y ése es el tipo de celos que Dios siente por sus propios hijos también.

“Un Dios celoso” incomprendido

Éxodo 20:5, que dice en el contexto del Segundo Mandamiento: “porque yo soy el Eterno tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”.

En Ezequiel 18, que establece plenamente que el padre que peca será responsable por sí mismo únicamente y su hijo no tendrá que soportar las consecuencias espirituales del pecado de su padre.

Pero, aun así, si el pecador se arrepiente y “si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá” (Ezequiel 18:21-22).

Un padre amoroso corrige a su hijo cuando hace algo malo o insiste en una actividad que es peligrosa, porque los padres quieren lo mejor para sus hijos. Lo mismo hace Dios.

En Éxodo 20 muestra que Dios estaba preocupado porque su pueblo empezara a adorar ídolos y falsos dioses, alejándolos del conocimiento del único Dios verdadero y llevándolos al pecado.

El pasaje en Éxodo 20 dice que Dios visitará “la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen [que continúan en pecado], y hago misericordia a millares de los que me aman y guardan mis mandamientos” (versículos 5-6).

Aunque Dios no castiga a las futuras generaciones por los pecados de sus predecesores, existe una tendencia a continuar con el pecado de una generación a otra, a menudo hasta la tercera o cuarta generación siguiente.


El Dios amoroso del Antiguo Testamento


El Eterno está en medio de ti, Poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos (Sofonías 3:17).

Más tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad (Salm 86:15).

Así dijo el Eterno: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el Eterno, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice el Eterno (Jer 9:23-24).

La hermosa palabra misericordia implica piedad, bondad, gracia, generosidad y perdón. 

Él no es un Dios celoso de la misma manera que el ser humano es celoso de una forma egoísta.

Y del Nuevo Testamento

La bondad y el amor de Dios están ejemplificados a lo largo de todo el Nuevo Testamento. Jesucristo dice: 

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna (Juan 3:16).

Rom 8:37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. -38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, -39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.


Crecer para entender el amor de Dios

Como discípulos de Jesucristo, Jacobo y Juan eran celosos y fervientes por Dios. Incluso Cristo los llamaba “hijos del trueno” (Marcos 3:17). Pero Jesús les mostró que sus celos acalorados estaban equivocados. Cuando una aldea en Samaria se rehusó a recibir a Jesús, Jacobo y Juan airadamente querían hacer llover fuego del cielo y destruir a toda la ciudad.

Rápidamente Jesús los corrigió por su actitud airada e impetuosa: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas” (Lucas 9:55-56).

Esta llamada de atención debió haber dejado una profunda impresión en Juan. El discípulo conocido como “hijo del trueno” más adelante se convirtió en el discípulo del amor. En el Evangelio y las epístolas que llevan su nombre, obtenemos bastante conocimiento de la naturaleza del amor de Dios.

A medida que empezamos a conocer a Dios más a fondo y a entender su amor, nuestra reacción natural debería ser amarlo de la misma manera y aprender a ponerlo siempre primero que todo. Nosotros lo amamos porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19). Incluso cuando éramos pecadores, Dios envió a su hijo para que así nosotros pudiéramos vivir. Romanos 5:8 dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

Es obvio que Dios no quiere que le demos la espalda a Él o que pisoteemos el sacrificio de “el hijo de Dios” (Hebreos 10:29). Él es celoso con nosotros por nuestro propio bien —porque Él nos ama.

Juan, el apóstol del amor, al escribir en su primera epístola, nos muestra cómo el amor de Dios comienza a trabajar en nosotros, “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:2-3).

Esto nos lleva de regreso a lo que se nos dice en el Segundo Mandamiento, ese Dios es un “Dios celoso” que muestra “misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”. 

Dios sabe que si guardamos sus mandamientos vamos a recibir bendiciones y si los quebrantamos nos traerá dolor, así que aparte de los celos según Dios y del amor Él desea enormemente que le obedezcamos.



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