LA OBEDIENCIA TRAE BENDICIÓN




Pero bendecirá la morada de los justos  Proverbios 3: 33.

Prov 3:33 La maldición de Jehová está en la casa del impío,
Pero bendecirá la morada de los justos.
3:34 Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores,
Y a los humildes dará gracia. (Santiago 4. 6 - 1 Pedro 5 .5)

El que cree en Dios debe de tener la intensidad con la que Dios aborrece la soberbia, el orgullo, la cual hace que Dios no acepte las oraciones, ni manifieste su Presencia, ni conceda su gracia. El que se envanece o busca la honra y la estima de los demás a fin de satisfacer su orgullo se priva de la ayuda de Dios.

En cambio, al que con humildad se somete a Dios y se le acerca, Él le da gracia abundante, le tiene misericordia y lo ayuda en cualquier situación de la vida.

Fil 2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; -4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.

El justo teme al Señor y por tanto está bajo la protección divina incluso le cubre a él y como a su familia. Su casa es una morada de amor, una escuela de entrenamiento santo, y un lugar de luz celestial. En ella hay un altar familiar donde el nombre del Señor es tenido diariamente en reverencia. Por ello el Señor bendice su habitación.

Puede ser una casa humilde o una mansión señorial; pero la bendición del Señor llega debido al carácter y al corazón del que la habita, y no debido al tamaño de la morada.

El hogar en el que el señor y la señora son personas temerosas de Dios, es sumamente bendecido; pero un hijo o una hija o incluso un sirviente pueden atraer una bendición sobre todo el hogar.

El Señor con frecuencia preserva, prospera y provee a toda una familia por causa de uno o dos de sus miembros, que son personas “justas” en Su estimación, porque Su gracia los ha hecho así.

Hemos de tener a Jesús como nuestro huésped constante, así como lo tenían las hermanas de Betania, y entonces seremos en verdad bendecidos. Hemos de procurar ser justos en todas las cosas: en nuestro negocio, en nuestro juicio sobre los demás, en nuestro trato con los vecinos, y en nuestro propio carácter personal. Un Dios justo no puede bendecir transacciones que sean injustas.

Mt 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. -34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

Afán.- Deseo intenso que mueve a hacer una cosa.
(afán de protagonismo), empeño o interés que se pone en algo

Oseas 14:3 No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia.

Una y otra vez los pecados del pueblo de Dios eran causa de su caída, pero el Señor es grande en misericordia, les daría la oportunidad de arrepentirse y volverse a Él. Pero cuando el pueblo está apartdo de Dios le ofrece sacrificios sin sentido, porque sus corazones estaban apartados de los ríos de vida de Dios. El Señor quiere que ofrezcamos palabras que salgan del corazón, de absoluta confianza en Él, en obediencia, en alabanza, palabras sinceras que muestren un cambio de actitud del corazón arrepetido. Palabras del agrado de Dios.

Debemos deshacernos de todas las otras confianzas y confiar únicamente en el Señor.

Cuando un niño se queda sin su protector natural, nuestro Dios interviene y se convierte en su guardián: así también, cuando un hombre ha perdido el rumbo de la vida, puede apoyarse plenamente en el Dios vivo y encuentra en Él todo lo que necesita. El propósito en Dios pasa a ser pleno, en gozo y lleno de vida.

Los huérfanos son colocados sobre la paternidad de Dios, y Él provee para ellos.

Algunos hijos que tienen padres no son mejores por causa de ellos, pero los huérfanos con Dios son ricos. Es mucho mejor tener a Dios y a ningún otro amigo, que tener a todos los protectores de la tierra y no tener a Dios. Si no tienes a Dios en tu vida tu futuro es muerte, un rostro de muerte.

Hoy clamamos que el Señor permanezca siendo la fuente de la misericordia y de vida para nosotros, y de ninguna manera seremos huérfanos.

Entre más necesitado e indefenso me encuentro, más confiadamente clamo a Tu amoroso corazón.

Jehová liberta a los cautivos

Salmo 146:7 Que hace justicia a los agraviados,
Que da pan a los hambrientos.
Jehová liberta a los cautivos;

Él lo ha hecho. Recuerdemos a José, a Israel en Egipto, a Manasés, a Jeremías, a Pedro y a muchos otros.

Dios es poderoso y todavía puede hacerlo, porque rompe las barras de bronce con una Palabra, y desata los grilletes de hierro con una mirada. Él lo está haciendo. En miles de lugares, aquellos que están atribulados están saliendo a la luz y tienen un respiro. Demos gracias a Dios por ello diariamente.

Jesús todavía proclama la salida de la prisión para quienes están detenidos. En este momento las puertas se están abriendo de par en par y los grilletes están cayendo al suelo. Declaramos liberación a los cautivos en el nombre del Señor.

Él se deleita en liberar al cautivo, si en este momento gemimos por causa de aflicción, duda o miedo. Será un enorme gozo para Jesús darte libertad. Le dará un gran placer soltarte, como será un placer para ti ser soltado.

Tú no tienes ni puedes cortar la atadura de hierro: el propio Señor lo hará. Sólo confía en Él, y Él será tu Emancipador. Cree en Él a pesar de las paredes de piedra, o las esposas de hierro.

Satanás no puede retenerte, el pecado no puede encadenarte, y ni siquiera la desesperación puede sujetarte, si crees ahora en el Señor Jesús, y en la gratuidad de Su gracia, y en la plenitud de Su poder para salvar. Deja que la Palabra que está ahora delante de ti sea tu cántico de liberación: Jehová liberta a los cautivos.


Deut 28:5 Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.

La bendición de Dios para nuestras vidas es esencial.
La palabra bendición significa un don divino que hace que nuestras obras tengan éxito. Es Dios dando fortaleza poder y auxilio. Es la obra de Dios a través nuestro para producir bien. Dios siempre sustenta su obra dendeciéndola con respecto al hombre de Dios. Dios envió a su Hijo para que nos bendijese (Hch 3:26).

Hch 3:26 A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.

Jesús bendijo a los niños antes de la Pasión, y a sus seguidores cuando partía de la tierra. La bendición de Dios es condicional. Requiere:
Acudir a Jesucristo escogiendo la bendición por obediencia.
Creer en Él, amarlo y obedecerlo. Quitar todo lo que haya en nuestra vida que sea un estorbo a la bendición.

La pobreza de los creyentes de Esmirna era extensa, aunque Cristo dijo que eran espiritualmente ricos. En la iglesia de Ladoicea que poseía riqueza material era espiritualmente desaventurada, miserable y pobre.

La obediencia trae una bendición sobre todas las provisiones que nuestra diligencia nos proporciona. Aquello que entra y sale de inmediato, como la fruta en la canasta que es para uso inmediato, será bendecido; y aquello que permanece con nosotros por una temporada más larga, igualmente recibirá una bendición.

Tal vez la nuestra sea una porción equivalente a una canasta de mano. Tenemos muy poco para el desayuno, y un escaso bocado para la comida, en nuestro canasto, cuando salimos a nuestro trabajo en la mañana. Pues la bendición del Señor es prometida para esa canasta.

Si no contamos con provisiones y sólo tenemos lo que llevamos de la mano a la boca, recibiendo cada día la provisión del día, como a Israel; cuando el Señor mantenía a Su pueblo elegido, sólo les proporcionaba maná para el día.

Pues debemos tener el cuidado para obtenerla, el cuidado de guardarla, el cuidado de administrarla bien, el cuidado de usarla.

Si las necesidades no son bendecidas por Dios, los cuidados de cada dia carcomerán nuestros corazones, hasta que nuestros bienes se conviertan en nuestros dioses, en idolatrias que dañan y nuestros cuidados se manifiesten en llagas gangrenosas, que llevan a la sequedad espiritual y a la muerte.

Oh, Señor, bendice nuestros bienes. Capacítanos para usarlos para Tu gloria. Ayúdanos a mantener las cosas mundanas en su debido lugar, y que nuestros ahorros no pongan en peligro la salvación de nuestras almas.

Bendice nuestros corazones.


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