BIENAVENTURADOS VOSOTROS




En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y sus discípulos se le acercaron. Entonces se puso a hablar, enseñándoles:

El Sermón del monte: Las bienaventuranzas
(Lc. 6. 20-23)

Mt 5:1 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
5:2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
5:3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
5:4 Bienaventurados los que lloran, (Isaias 61. 2) porque ellos recibirán consolación.
5:5 Bienaventurados los mansos, (Salmos 37. 11) porque ellos recibirán la tierra por heredad.
5:6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed (Isaias 55.1-2) de justicia, porque ellos serán saciados.
5:7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
5:8 Bienaventurados los de limpio corazón, (Salmos 24. 4) porque ellos verán a Dios.
5:9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
5:10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, (1 Pedro 3. 14) porque de ellos es el reino de los cielos.
5:11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. (1 Pedro 4. 14)
5:12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas (2 Crónicas 36. 16) (Hechos 7. 52) que fueron antes de vosotros.

Jesús como el maestro de maestros.

Todo comienza con la mirada de Jesús: al ver la multitud, sube a la montaña, como un nuevo Moisés, y se sienta, que es la postura del maestro. Al acostarse los discípulos a su alrededor, comienza a enseñar.

Jesús pronuncia las nueve bienaventuranzas.

Jesús proclama felices a los que reciben el favor de Dios en base a sus necesidades.

Los excluidos de los hombres, son los que reciben el favor de Dios, ya que no pueden poner su confianza en sus propias fuerzas o recursos, sino en Dios mismo.

De esta manera, los pobres, los sufridos, los desconsolados, los que tienen hambre y sed de justicia, los perseguidos..., y también los que practican la misericordia, los limpios de corazón y los que trabajan por la paz, .... pueden considerarse felices porque Dios está con ellos.
Y los propios discípulos de Jesús cuando sean perseguidos por su nombre.

También Jesús vivió pobre, fue perseguido, lloró y sufrió, practicó la misericordia y trabajó por la paz...

Su vida terrenal acabó en la cruz, pero el Padre de la vida lo resucitó. De esta manera su trabajo y su sufrimiento no resultaron estériles, sino fructíferos para Dios Padre.

Lc 6:20 Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Las bienaventuranzas son un grito profético de Jesús que da sentido al esfuerzo y al sufrimiento humano cuando se hace para Dios y por los hermanos.

Las enfermedades pueden ser causa del pecado, de idolatrías, malos hábitos, falta de amor, dependencia de los medicamentos, mala alimentación.

Cuando la medicina del mundo encuentra sus limitaciones, por necesidad recurrimos a Dios, a su misericordia, porque Él si puede sanar de manera sobrenatural y poderosa, sólo requiere fe, arrepentimiento y reconocer la majestad de Cristo como Hijo De Dios.
Por la fe que fue constituido el universo por la Palabra De Dios de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (Hch 11:3)
Jehova formó al hombre del polvo de la tierra -cuerpo- y soplo en su nariz aliento de vida -espíritu- y el hombre un ser viviente con alma a imagen De Dios.
Si nos apartamos De Dios nos apartamos también de su cobertura, protección, bendición y su dirección.

Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Los pobres de espíritu son los que, lejos de las riquezas, ponen su confianza sólo en Dios con un corazón humilde. Dios da a los pobres su Reino: esta es la buena nueva (Mt 11,5-6).

La pobreza de espíritu no tiene relación alguna con la riqueza material. No se trata de ser pobre en lo material, sino de no estar apegado a nada.

Cuando uno consigue no estar apegado a nada, entonces se convertirá en una persona pobre de espíritu. Porque habrá renunciado a su ego, a toda idolatría y pondrá toda su confianza en Dios.

Los que nada tienen no están apegados a nada y viven en el Reino de los Cielos.

Lc 6:21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

La expresión “los que lloran” se refiere, probablemente, a los que sufren la injusticia y la opresión.

Is 61:2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, (Lucas 4. 18-19) y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; (Mateo 5. 4).

El día de la venganza no ocurrirá hasta la segunda venida del Señor, el juicio sobre la maldad durante la gran tribulación.

La posesión de la tierra por parte de los humildes, la cantaban los judíos en los salmos (Sal 37,11).

Sal 37:11 Pero los mansos heredarán la tierra, (Mateo 5. 5)
Y se recrearán con abundancia de paz.

Los humildes son los que se inclinan ante Dios y, en consecuencia, son pacientes, no se irritan, huyen de toda violencia, son pacificadores.

Jesús mismo lo vive (Mt 12,15-21). La tierra que poseerán es esta tierra, pero renovada por el don del Reino.

Hambre y sed de la justicia. La palabra justicia se refiere al deseo de hacer caso de la voluntad de Dios de manera auténtica y efectiva, y serle fiel (Mt 3,15).

La voluntad de Dios es liberar a los oprimidos. La verdadera justicia en toda su amplitud, consecuencia y máximo esplendor y poder es la justicia de Dios.

Con el término compasivo se habla de quien ayuda a los que pasan necesidad y se compromete (Mt 25,31-46), y del perdón dado a los que han cometido una ofensa (Mt 18,21-34).

Los limpios de corazón son aquellos a los que canta el salmista (Sal 24,3-4; 15,2-3): los que se comportan sinceramente serán admitidos a la presencia de Dios para siempre.

Sal 24:3 ¿Quién subirá al monte de Jehová?
¿Y quién estará en su lugar santo?
24:4 El limpio de manos y puro de corazón; (Mateo 5. 8)
El que no ha elevado su alma a cosas vanas,
Ni jurado con engaño.

También la bienaventuranza sobre los que trabajan por la paz encuentra un anuncio de bendición como pacificadores en el nombre de Jesús, la paz os doy la paz os dejo no la doy como el mundo la da, no se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.

A la acción pacificadora, Dios corresponde con el amor de Padre.
La acción a favor de la paz pasa por todos los ámbitos y roles, Dios es soberano, en la vida personal, en la vida ministerial, laboral, social, ...

Perseguidos por causa de la justicia: son los que, como Jesús mismo, son rechazados porque hacen la voluntad de Dios (1Pe 3,14).

1 Ped 3:3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, (1 Timoteo 2. 9)
3:4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.

La recompensa es la participación en el Reino celestial. Es un regalo maravilloso, nuestra imaginación no puede apreciar la magnitud que representa. Un regalo que Dios da gratuitamente, por encima de cualquier exigencia o reclamación (Mt 20,13-16).

Lc 6:22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.

1 Pedro 4:14 Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.

Lc 6:23 Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas.

El pueblo de Israel rechazó muchas veces a los profetas y sus mensajes. Hoy el Señor envia profetas a las iglesias, con el propósito de llamar a los dirigentes y al pueblo a una vida de justicia, fidelidad a las escrituras y a la separación del mundo.
Cuando seamos aborrecidos por causa del Hijo del Hombre seremos bienaventurados porque tenemos nuestro galardón en el reino de los cielos.

Rechazar la Palabra de Dios, es perder la bendición y salvación de Dios.
Aceptarla es apartarse del pecado, profundizar en su lealtad a Dios y su Palabra, y continuar como Su pueblo, bajo Su bendición, cobertura, y providencia.

2 Crónicas 36:16 Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.

Lc 6:24 Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo.
Lc 6:25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis.

Lc 6:26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.




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