LA GLORIA DE JEHOVÁ LLENA EL TEMPLO




Culto 4 de diciembre de 2016












Ezequiel 43:1 Entonces me llevó a la puerta, la puerta que mira hacia el oriente;
En Ezequiel 10 se describe la gloria de Dios abandonando el templo y este versículo sirve como un gran final para todos los pasajes relacionados con las bendiciones reservadas para el remanente restaurado. Cada verdadero creyente debe ansiar ese momento cuando el nombre de Dios sea glorificado finalmente de una vez y para siempre.
Así como la gloria de Dios se va progresivamente del templo y de la ciudad por causa de los pecados del pueblo. Ezequiel ahora concluye con otra visión imponente: la gloria, el poder y el amor de Dios llenan otra vez el templo. Debemos desear como creyentes por encima de todo ver la gloria de Dios manifestada en la iglesia mediante la obra del Espíritu Santo.
La ausencia de tal deseo santo y vehemente (viveza, pasión) es evidencia de decadencia espiritual entre el pueblo de Dios.
La gloria de Dios es su presencia espiritual y poder espiritual. Aun cuando los cielos declaran la gloria de Dios (Sal 19:1) toda la tierra está llena de su gloria (Is 6:3),
Is 6:3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos;toda la tierra está llena de su gloria.
La principal característica de Dios revelada a Isaías es su santidad, su pureza de carácter, su separación del pecado y oposición a todo lo malo. Debe proclamarse la absoluta santidad de Dios en las iglesias.
Ap 4:8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos;y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
Toda la creación acentúa y alaba la santidad de Dios. Ser santo significa estar separado del pecado, de la injusticia y de la maldad, y dedicarse a la justicia, la bondad y la pureza. La santidad es el atributo eterno de Dios, que nunca cambiará.
El esplendor de la majestad de Dios no es ahora visible y a menudo pasa inadvertida. Los creyentes experimentamos la gloria y la presencia de Dios en su proximidad, su amor, su justicia y manifestaciones mediante el poder del Espíritu Santo.
Ezequiel 43:2 y he aquí, la gloria del Dios de Israel venía de la parte del oriente. Su voz era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía de su gloria.
La gloria del Dios de Israel: Ezequiel había descrito la gloria de Dios abandonando el templo y dirigiéndose hacia el este; ahora la gloria regresa a consagrar el templo con su presencia, como un símbolo de que el exilio de Judá no marcaría el final de las relaciones entre Dios y aquellos que en él creían. El Señor tiene un futuro para todos los creyentes que va más allá de la caída de Jerusalén.
Ez 11:23 Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad.
El «Monte de los Olivos» (808 m) se alza al este de Jerusalén y separa la Ciudad Santa del desierto de Judá, que, desde aquí, comienza a descender hacia el mar Muerto.
La gloria de Dios se detuvo en el Monte de los Olivos, al este de Jerusalén, antes de abandonar la ciudad. Esta profecía establece que esta gloria también regresará por el este, vuelve en el momento en la que el Señor establece su reino eterno.
Una gloria tan grandiosa que ningún ser humano puede verla y vivir, en el mejor de los casos se puede ver sólo una semejanza de la gloria de Jehová.
Ezequiel 43:3 Y tenía el aspecto de la visión que vi, como la visión que había visto cuando El vino a destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que yo había visto junto al río Quebar. Entonces me postré sobre mi rostro.
Ezequiel describe como la gloria de Dios se va progresivamente del templo y de la ciudad por causa de los pecados del pueblo, ocasionaron su destrucción.
El río Quebar, río de Babilonia junto al cual el profeta Ezequiel tuvo varias visiones (Ez. 1:1, 3; 3:15, 23; 10: 15, 20, 22; 43:3). Tabletas cuneiformes encontradas en Nippur, provenientes del tiempo de Artajerjes I, mencionan este río con el nombre de Nâru Kabaru, "gran río".
En realidad era un canal que salía del Eufrates cerca de Babilonia y que se volvía a unir al mismo cerca de Uruk (la bíblica Erec, la moderna Warka). Corría junto a Nippur, cerca de donde Ezequiel tal vez vivió.
Erec (heb. ‘Erek, quizá “longitud”; bab. Uruk). Ciudad de la Mesopotamia que formó parte del reino de Nimrod en Babilonia .
El río Quebar se unía al río Eufrates y fue el lugar donde se establecieron los judíos cautivos en Babilonia, entonces me postré sobre mi rostro para interceder por mi pueblo.
Ezequiel 43:4 La gloria del Señor entró en el templo por el camino de la puerta que da hacia el oriente.
Ezequiel 43:5 Y el Espíritu me levantó y me llevó al atrio interior, y he aquí, la gloria del Señor llenó el templo.
La gloria del Señor llenó el templo a medida que su Espíritu se instalaba en el antiguo tabernáculo, en el templo de Salomón.
Cuando Isaías habló de la venida de Jesucristo, profetizó que en Él se manifestaría la gloria de Dios para que la viera toda carne (Is 40:5).
Is 40:5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.
Lucas 3. 4-6
Luc 3:4 como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice:
Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor;
Enderezad sus sendas.
3:5 Todo valle se rellenará,
Y se bajará todo monte y collado;
Los caminos torcidos serán enderezados,
Y los caminos ásperos allanados;
3:6 Y verá toda carne la salvación de Dios.
Tanto Juan (Jn 1:14) como en la epístola a los Hebreos (Heb 1:3) declaran que Jesucristo cumplió esa profecía.
Ju 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
La gloria de Cristo es la misma gloria que Él tuvo con El Padre antes de que comenzara el mundo. La gloria de su ministerio sobrepasó notablemente la gloria del ministerio del AT. Pablo llama a Jesús el “Señor de gloria” (1Co 2:8).
1 Co 2:8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.
Cristo se transfiguró en una nube de luz (Mt 17:5) y de gloria (Lc 9:31). La hora de su muerte fue la gloria de su glorificación (Jn 12:23-24). Él ascendió en una nube de gloria (Hch 1:9; 1Ti 3:16), ahora se le exalta en gloria (Ap 5:12-13) y algún día vendrá sobre las nubes con poder y gran gloria (Mt 24:30).
Ezequiel 43:6 Y oí a uno que me hablaba desde el templo, mientras el hombre estaba de pie junto a mí,
Ezequiel 43:7 y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar de las plantas de mis pies, donde habitaré entre los hijos de Israel para siempre. Y la casa de Israel no volverá a profanar mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus prostituciones y con los cadáveres de sus reyes cuando mueran,
Ezequiel 43:8 poniendo su umbral junto a mi umbral, y sus postes junto a mis postes con sólo un muro entre ellos y yo. Ellos han profanado mi santo nombre con las abominaciones que han cometido; por eso los he consumido en mi ira.

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