¿Quién ha creído en nuestro anuncio?


¿Quién ha creído en nuestro anuncio?

La voluntad de Dios

La voluntad de Dios es otra manera de decir la “Ley de Dios”, el apóstol Pablo en (Ro 2:17-18) considera que el conocer la ley de Dios da instrucciones acerca de la manera, como Él quiere que andemos los seres humanos. 

Ro 2:17:18 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, -2:18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor,

Se emplea la frase “la voluntad de Dios” para denominar cualquier cosa que Dios desea expresamente, a lo que se puede llamar propiamente “la perfecta voluntad de Dios”, es la voluntad revelada de Dios que todos se salven (1Ti 2:4) y que ningún creyente salvado caiga de la gracia (Jn 6:39). Esto no quiere decir que todo el mundo será salvo, sino que Dios desea la salvación de todos.

1 Ti 2:3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, -2:4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Jn 6:39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

También la voluntad de Dios puede referirse a lo que Dios permite que ocurra, aun cuando Él no desea específicamente que suceda, la voluntad permisiva de Dios. Dios permite muchos padecimientos y tribulaciones que le sobrevienen a una persona en la vida (1P 3:17), pero no son necesariamente su deseo, además permite la decisión de muchas personas a no ser salvas y así perderse por toda la eternidad, ya que Él no impone la fe salvadora a quien se niega a aceptar la salvación en Cristo.

1P3:17 Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.


La Palabra de Dios

La Palabra de Dios permanece para siempre en el cielo (sal 119:89; Is 40:8) es dinámica y poderosa (Heb 4:12) y realiza grandes cosas (Is 55:11). La Palabra de Dios es la Palabra creadora. Todas las cosas llegaron a ser en cuanto Dios dijo su Palabra.

Heb 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Por la Palabra de Dios fueron hechos los cielos. La Palabra creadora de Dios se refiere a Jesucristo, el verbo de Dios, que sustenta todas las cosas con la Palabra de su poder. Todo creyente nace de nuevo, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre, el “Verbo de Vida.

En (Is 55:10-11), Isaías usa una imagen vigorosa, así como el agua del cielo hace que las cosas crezcan físicamente, también la Palabra que sale de la boca de Dios hace que el creyente crezca espiritualmente. Pedro repite el mismo pensamiento, al beber la leche no adulterada de la Palabra de Dios, se crece para la salvación (1P 2:2).

Is 55:10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come.

1P 2:2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,

Ap 19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. -19:14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. -19:15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso

La Palabra de Dios es la espada que Dios ha dado para poder luchar contra la oscuridad (Ap 19:13-15), en Lucas 4:8 Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. 

La Palabra de Dios tiene el poder de juzgar a los seres humanos, discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Los que optan por hacer caso omiso a la Palabra de Dios un día la experimentaran como una palabra de condenación.

Isaías 53:1-12.


Isaías 53 es considerado el primer evangelio, una explicación suficiente de la vida, muerte y resurrección de Cristo. En Hch 8 Felipe evangelizó al eunuco etíope usando Is 53. Es un texto asombroso, es el texto más poderoso de la inspiración bíblica, fue escrito unos 700 años antes de la venida de Cristo y en la complejidad de los detalles demuestra que sólo podía ser conducido por Dios.

Is 53 es la conciencia culpable de los judíos, una tristeza inmensa extendida a través de milenios, el sufrimiento del Mesías de Dios. Es la profecía más directa relacionada con Jesucristo como siervo sufriente, cumpliendo el papel del Mesías judío. Los maestros judíos creían en esta profecía sobre la venida de un redentor que llegaría a Jerusalén.

A la pregunta de cómo un pecador escapa del infierno y entra al cielo, sólo el cristianismo responde a esta pregunta.

Ex 34:5 Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. -34:6 Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; -34:7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. -34:8 Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.

¿Cómo Jehová perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado?

Con el Sufrimiento del Siervo de Jehová


Is 52:13 He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto.

Aunque Jesucristo es el Mesías de Dios, muchos optarían por no creer en Él y por lo tanto dejarían de recibir la salvación del Señor.

Hubo relativamente pocos fieles creyentes entre los judíos en su primera venida.

Jesús no sólo tuvo un origen humilde, sino que vino a la tierra en un tiempo de sequía espiritual. Juan Bautista comenzó a despertar al pueblo poco antes del ministerio de Jesús. El Mesías carecía de esplendor terrenal y de atracción física, en vez de ser aceptado por Israel, sería odiado y rechazado por sus gobernantes.

La misión de Jesucristo implicaría gran dolor, sufrimiento, decepción y pesar por causa de los pecados de la humanidad. El Mesías sufriría el castigo a fin de que los seres humanos sean librados de la enfermedad y el pecado, por lo tanto, es lícito que se ore por sanidad física.

Cristo fue crucificado porque los seres humanos han pecado y somos culpables ante Dios, Él llevó el castigo que merecemos y pagó por nuestros pecados con la paga de la muerte. Por lo tanto, podemos ser perdonados y tener paz con Dios (Ro 6:23; 5:1).

Ro 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Por su llaga fuimos nosotros curados, se refiere a la salvación con todos sus beneficios espirituales y físicos. Jesús soportó su sufrimiento pacientemente y voluntariamente (1P 2:23; Jn 1:29,36; Ap 5:6).

1 P 2:21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; -2:22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; -2:23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; -2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.-2:25 Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

Las enfermedades y dolencias son el resultado de la caída y de la actividad del contrario en este mundo. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo (1Ju 3:8).

1 Ju 3:8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

Cristo le dio dones de sanidad a su iglesia (1Co 12:9) y les ordenó a sus seguidores que sanaran a los enfermos como parte de su proclamación del reino de Dios (ls 9:1-2,6).

Is 9:6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Toda persona en algún momento ha preferido seguir su propio camino egoísta y pecaminoso antes de obedecer los justo mandamientos de Dios. Necesitamos morir el viejo hombre para resucitar en Cristo, para estar bajo el régimen del nuevo Espíritu.

En la carne no mora el bien. La carne es muerte, el Espíritu es vida. Para ser uno en Cristo, es necesario que el Espíritu de Dios more en nosotros, vivifica nuestros cuerpos mortales. Todos los que son guiados por el Espíritu Santo son hijos de Dios. 

De ninguna manera continuaremos en el pecado para que la gracia abunde. No debemos permitir que el pecado reine en nuestros cuerpos. El pecado no es ley, y a través del mandamiento de Dios se ha vuelto de sobremanera pecaminoso. El bien no mora en la carne, Dios condenó al pecado en la carne, la carne es muerte, más el Espíritu es vida eterna. Los que viven conforme a la carne no pueden agradar a Dios.

Pablo instó a los hermanos que se fijaran en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina recibida, y que os apartéis de ellos, ser sabios para el bien.

Ro 16:17 Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.-18 Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.

Jesucristo moría junto a los impíos, sin embargo, fue sepultado en la tumba de un hombre rico (Mt 27:57-60).

El sufrimiento de Jesús consumaría el propósito de Dios y dio por resultado la salvación para “muchos” que creen. Cristo promete compartir su recompensa con los fuertes, que lo sigan en la batalla contra el pecado y el contrario mediante el poder del Espíritu Santo.

En su agonía en la cruz, Jesús intercedió por los pecadores (Lc 23:34) y su ministerio todavía continúa en el cielo (Ro 8:34).


Ro 8:33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. -8:34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.






Entradas populares de este blog

Eliseo y la Sunamita ( siete estornudo, siete años)

LAS VESTIDURAS

El Espíritu Santo revela a Cristo