La necesidad de reconciliación


(Ef 2:1-10)

Los cristianos viven de entre los muertos.

“ Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,”

Los cristianos nunca debemos de olvidar de donde salimos. Estábamos muertos en nuestros delitos y pecados.

Se nos dio vida por la obra y misericordia de Dios.
La manifestación del poder de Dios fue la resurrección de Jesús. Pablo considera cuales son las implicaciones del poder de la resurrección de Jesús para nuestra vida.

Los cristianos estamos ahora con vida, en Cristo.

Hay muchos tipos de vida: vida vegetal, vida animal, vida mental, vida moral, y vida espiritual.

Un ser puede estar vivo en un sentido, pero estar muerto en otro. El estar espiritualmente muerto no significa que estemos físicamente muertos, socialmente muertos, o psicológicamente muerto. La muerte espiritual es la inevitable consecuencia del pecado habitual, aún para el creyente.

Pero hoy en día la muerte la espiritual es una muerte real, “La parte más vital en la substancia hombre - el espíritu - está seco, sin vida, ni aliento, ni esperanza en el Padre de la vida - Dios.”

La humanidad está muerta, y así la palabra de Dios la describe una y otra vez.

·       Ciego (2 Corintios 4:3-4)
·       Un esclavo del pecado (Romanos 6:17)
·       Un amante de las tinieblas (Juan 3:19-20)
·       Enfermo (Marcos 2:17)
·       Perdido (Lucas 15)
·       Un extranjero, un desconocido, un forastero (Efesios 2:12, 2:19)
·       Hijo de ira (Efesios 2:3)
·       Bajo el poder de las tinieblas (Colosenses 1:13)

El hombre sin regeneración está muerto espiritualmente; aunque en otras formas, en otras maneras no lo está.

Sin embargo, el hombre natural, aunque teológicamente este muerto, esta éticamente vivo,

Os 11:4 Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.

“Con cuerdas humanas los atraje,” esto es, por razones y motivos de amor, adecuándose a la naturaleza del hombre.

El Espíritu de Dios y su Palabra escrita y la revelada obran sobre nosotros con motivos racionales, poniendo delante de nosotros el bien y la vida, el mal y la muerte.

Aquel que cree en Jesús nace de nuevo, pero debe de haber en el interior un trabajo por parte del Espíritu Santo, y aún en aquel que creyó que en el Señor Jesús tiene vida eterna.

La palabra delito se refiere cuando cruzamos una línea, retando los límites de Dios, hemos fallado en los estándares perfectos de Dios, a pesar de que sus mandamientos no son gravosos. El delito habla de un hombre rebelde, y el pecado habla de un hombre fracasado. “Delante de Dios somos rebeldes y fracasados.”

En los cuales anduvisteis: En un tiempo nosotros vivimos en los delitos y pecados, siguiendo la corriente de este mundo, el cual es orquestado por satanás. El príncipe de la potestad está aún muy activo entre aquellos que están en rebelión en contra de Dios - los hijos de desobediencia.

El ser que una vez anduvisteis “es el viejo hombre”, es ahora crucificado con Jesús en el momento de la conversión. La naturaleza pecaminosa heredada de Adán influencia al viejo hombre, pero también lo hace el sistema del mundo y satanás.

Anduvisteis significa que debe de ser diferente para aquellos que son hechos vivos por Cristo Jesús.

De la misma manera, cuando estamos espiritualmente muertos nos sentimos cómodos en los delitos y pecados; pero al venir a una nueva vida nos sentimos que debemos de escapar de ese féretro y dejar atrás al viejo hombre. Hemos de darnos cuenta si todavía estamos atrapados por el mundo, amistades, familia, trabajo, ámbitos de nuestra intimidad que nos manipula y boicotea nuestra acción de escapar del féretro para dejar definitivamente los yugos de la esclavitud del sistema.

La potestad del aire (Ef 6:12), es el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, es la morada de aquellos principados y potestades, gobernantes mundiales de estas tinieblas y fuerzas espirituales de maldad en contra de los cuales el pueblo de Cristo hace guerra.

Los creyentes nos enfrentamos a un conflicto espiritual con el contrario y sus huestes, fuerzas espirituales de maldad que estimulan a los impíos para oponerse a la voluntad de Dios. Estas potestades son gran multitud, sistemática con jerarquía y orden (Jn 14:30).


Jn 14:30 No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.

El pecado humano es malo, pero el amor de Dios y Su misericordia son mayores, es lo que Dios hizo a través Cristo.

Sant 4: 1¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 2Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. !!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.

Hay una real tensión entre la gracia gratuita de Dios y el esfuerzo humano. La carrera está ganada en Cristo pero es a los humanos a quien nos corresponde el esfuerzo de caminar en las sendas de Cristo en Cristo Jesús habiéndonos reconciliado en la firme responsabilidad de cumplir los mandatos de Dios. El misterio de Dios desde un principio, es la voluntad que la redención sea para toda la humanidad, judíos y gentiles, a través de la fe personal en la expiación del Mesías. 
Los convertidos debemos de recordar que fuimos liberados, y también hacia donde se nos ha levantado. Debemos de mirar abajo otra vez en el hoyo, en la tumba, el sitio de donde la gracia nos llamó a salir y liberarnos.

Las almas que no están regeneradas no pueden entender ni aceptar la verdad, de no ser por la gracia y misericordia de Dios.

Toda persona orgullosa, inmoral son dignos de lástima por su esclavitud al pecado y a satanás.

Los que están sin Cristo son todavía responsables de sus pecados, porque Dios da a cada ser humano una medida de luz y de gracia, para que pueda buscarlo y escapar de la esclavitud y del pecado por la fe en Cristo.

Las almas se salvan por la gracia de Dios, y para ser salvos debemos recibir la provisión de Dios de salvación, recibir el perdón del pecado, ser liberado del pecado, ser hecho una nueva criatura aceptando a Cristo como Hijo de Dios y recibir el Espíritu Santo.

En los que creemos en Cristo tenemos la libertad y el derecho de acercarnos a nuestro Padre celestial en la confianza que seremos aceptados, amados y recibidos.




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