Sagradas Escrituras


Pero no se necesita caminar a tientas sumido en la duda y el escepticismo, puesto que hay un Libro, las "Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús."

2 Timoteo 3:15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

Las verdades que le dicen al hombre cómo pasar de la tierra al cielo, deben de ser enviadas del cielo a la tierra. En otras palabras, el hombre necesita una revelación.

Sin duda alguna un Dios amoroso y sabio no dejará que el hombre perezca por falta de conocimientos, desconcertado ante el enigma del universo.

La inteligencia de Dios despierta en nosotros la esperanza de que Él ha adaptado los medios al fin, y que coronará la naturaleza religiosa con una religión sobrenatural. La benevolencia de Dios despierta la esperanza en nosotros de que sacará a sus criaturas de su doloroso azoramiento y conjurará el peligro que las acecha. La justicia de Dios despierta en nosotros la esperanza de que hablará a la conciencia con tono claro y de autoridad.

Es razonable pensar que Dios expresara en un libro su mensaje al hombre. Los libros constituyen el mejor método de preservar la verdad íntegra, y transmitirla de generación en generación. Ni la memoria ni la tradición son dignas de confianza. Por lo tanto, Dios procedió con la mayor sabiduría y también en forma normal al proporcionar al hombre la revelación divina en forma de libro.

Es razonable esperar asimismo que Dios inspiraría a sus siervos para registrar las verdades que no podrían haber sido descubiertas por la razón del hombre. Y finalmente, es razonable creer que Dios ha preservado en forma providencial los manuscritos de las Sagradas Escrituras, y ha inspirado a la iglesia para incluir en el canon solo aquellos libros que tuvieron su origen en la inspiración divina.

Si sobre la base de simples pruebas históricas se puede establecer que Jesús hizo milagros, habló profecías y proclamó su divinidad; si se puede demostrar que fue crucificado para redimir a los pecadores, que resucitó e hizo depender el destino del hombre de su aceptación de Él como Salvador, luego fueren los anales históricos inspirados o no, ¡ay de aquél que descuida una salvación tan grande!


2 Pedro 1:21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Es la influencia sobrenatural del Espíritu de Dios ejercida sobre la mente del hombre, influencia que capacitó a los profetas, apóstoles y escritores sagrados para exponer la verdad divina sin mezcla de error.

Es Dios que habla por medio del hombre, y por lo tanto, el Antiguo Testamento es la Palabra de Dios tanto como si Dios mismo hubiera pronunciado cada una de las palabras. Las Escrituras son el resultado del influjo o hálito divino, así como la respiración acompaña en el hombre la pronunciación de palabras. La declaración de Pedro "se puede decir que indica que el Espíritu Santo se encontraba presente en forma especial y milagrosa con los escritores de las Sagradas Escrituras y en ellos, revelándoles las verdades que no habían conocido antes, y guiándolos igualmente en el registro de estas verdades, y en todo acontecimiento que habían visto y oído, de manera que eran testigos capacitados para presentarlos con suficiente exactitud a otros.

La iluminación es la influencia ejercida por el Espíritu Santo, la cual es común a todos los creyentes, y les facilita comprender las verdades divinas. 1Corintios 2:4; Mt 16:17.

Afirman que tal iluminación es una explicación adecuada del origen de la Biblia. Existe una facultad en el hombre, según se enseña, por la cual el hombre puede conocer a Dios, algo así como un ojo del alma. En circunstancias que los hombres piadosos de antaño meditaban en Dios, el Espíritu Divino vivificaba sus facultades, permitiéndoles el acceso a los misterios divinos.

Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto." La unción que el creyente ha recibido del Santo permanece en él, nos dice Juan. 1Juan 2:20-27.

Por otra parte, la inspiración era intermitente, pues en efecto el profeta no podía profetizar a voluntad, sino que estaba sujeto a la voluntad del Espíritu.

"Pues ninguna profecía fue dada por un hecho de voluntad humana," dijo el apóstol Pedro, " sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios. 2Pedro 1:21. Lo repentino de la inspiración profética está insinuado en la expresión común que dice: "Vino la palabra del Señor." Se establece una distinción clara entre los profetas verdaderos que hablaron sólo cuando vino la palabra del Señor, y los falsos que hablaron según propia invención.


Dios no habló por medio del hombre como hablaría por medio de un megáfono. Su Espíritu Divino usó las facultades del hombre, produciendo así un mensaje perfectamente divino que no obstante ostenta características de la personalidad del escritor. Es la Palabra del Señor, mas en cierto sentido, la de Moisés, o Isaías, o Pablo. "Dios no ha hecho nada sin el hombre; el hombre no ha hecho nada sin Dios. Es Dios quien habla en el hombre, Dios que habla por medio del hombre, Dios que habla como hombre, Dios que habla a favor del hombre."

Las Sagradas Escrituras mismas reclaman para sí inspiración completa, plena. Cristo y sus apóstoles aplican el término "palabra de Dios" a todo el Antiguo Testamento.

Pensamientos divinamente inspirados serían naturalmente expresados mediante palabras divinamente inspiradas. Pablo nos habla de "palabras... que enseña el Espíritu Santo." 1Corintios 2:13.

Se debe distinguir entre revelación e inspiración. Por revelación nos referimos a ese hecho de Dios por medio del cual revela lo que el hombre no podía hallar por sí mismo; por inspiración queremos decir que el escritor es preservado del error al escribir esa revelación por ejemplo, los Diez Mandamientos fueron revelados y Moisés recibió inspiración para registrarlos en el Pentateuco.

Dios les bendiga


Citas de Teología bíblica sistemática

Autor: Myer Pearlman

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