La armadura de Dios


Efesios

6:10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
6:11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
6:13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
6:14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia.
6:15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
6:16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
6:17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
6:18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.

Los creyentes nos enfrentamos a un conflicto espiritual con satanás y un ejército de maldad, que son las fuerzas espirituales del mal que estimulan a los impíos y se oponen a la voluntad de Dios, están organizados sistemáticamente con jerarquía  y orden (Jn 14:30; 1P 5:8; Ap 12: 4-7; 2 Co 4:4; 1Jn 5:19).

La batalla del creyente exige intensidad en oración en el Espíritu, en todo tiempo, con toda súplica, por todos los santos y con perseverancia. La oración forma parte del conflicto, en el que la victoria se gana con todos los creyentes en Cristo al trabajar juntos con Dios mismo. El dejar la oración es rendirse al enemigo (Lc 18:1; Ro 12:12; Fil 4:6; Col 4:2; 1Ts 5:17).

Isaías

59:17 Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto.

Jesucristo mismo, mediante su muerte en la cruz, nos asegura la victoria, libró batalla triunfante contra satanás, desarmó a los principados y a las potestades del mal (Col 2:15; Mt 12:29; Lc 10:18), llevó consigo a los cautivos y nos redimió del poder de satanás.

Se debe luchar con armas espirituales, con la fe a soportar el sufrimiento por el evangelio, peleando la buena batalla de la fe, perseverando, venciendo en victoria, con la armadura de Dios firmes, derribando fortalezas, llevando cautivo todo pensamiento inmundo y haciéndonos fuertes en batallas (Heb 11:34).

La espada del espíritu es el arma ofensiva del creyente, satanás no escatimará esfuerzo para destruir la confianza del creyente es esa espada que es “La Palabra de Dios”.

La iglesia debe defender las sagradas Escrituras, porque es la Palabra de Dios en toda su enseñanza.

La coraza de justicia protege áreas vitales del cuerpo de un soldado en Cristo, sin ella estamos expuestos a ser vulnerables. Con el cinto de verdad los creyentes tenemos la firmeza en nuestro corazón en la Palabra de Dios y en su autoridad.

Calzando el evangelio de la paz, que hermosos los pies de los que traen alegres nuevas, de los que anuncian la paz.

El yelmo de salvación nos mantiene la mente renovada en la Palabra de Dios, que nos protege de toda duda e incredulidad.

Hebreos

4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

El nombre de Jesús lleva la autoridad final en el mundo espiritual.

Filipenses

2:10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra.

Lucas

10:19 He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.

Tomemos la armadura completa de Dios, en el nombre poderoso de Jesús, con el Espíritu Santo y la Palabra de Dios, en oración constante.


Dios les bendiga


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