Poned la mira en las cosas de arriba

Poned la mira en las cosas de arriba

Colosenses
3:1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Salmos 110. 1
3:2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 
3:3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 
3:4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

Salmo de David.

110:1 Jehová dijo a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 
Mateo 22. 44, Marcos 12. 36, Lucas 20. 42-43, Hechos 2. 34-351, Corintios 15. 25, Efesios 1. 20-22, Colosenses 3. 1, Hebreos 1. 13, Hebreos 8. 1, Hebreos 10. 12-13.

Salgamos todos de la religión descendiente de Babel a la tierra que Dios nos muestra, una tierra nueva en la que Él está con nosotros, debemos encontrar una relación íntima y genuina con Dios, hemos de abrirle nuestros corazones porque Cristo nos abre el camino al Padre. 

"Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Yahvé, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre" (Isaías 66.22)

Debido a que nuestra vida está en Cristo en el cielo, los creyentes debemos pensar en las cosas de arriba y dejar que determinen nuestra actitud, con perspectiva eterna y celestial. Las metas y los esfuerzos deben buscar las cosas espirituales, resistir al pecado y revestirse del carácter de Cristo. La gracia, el poder, las experiencias y las bendiciones espirituales están con Cristo en el cielo. Él otorga esas cosas a quienes las piden con sinceridad, buscan con diligencia, porque siempre debe predominar la comunión con Él y aprender a amarlo más cada día, nos debemos arropar con el amor supremo el carácter de Cristo, sólo Él conoce nuestro corazón y puede mejorarlo. No hay nada que deba tenerse en mayor estima que una relación vertical, sincera, genuina, fiel con Dios y  su Palabra tal como está revelada en la Biblia. (Ro 1:22-23, Ef 5:5).

Dios les bendiga

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