Bástate mi Gracia


Mientras el creyente se acerque a Cristo, éste le concederá su fortaleza celestial. Las debilidades son motivo de satisfacción para los que logran ver el valor eterno que tienen, porque en las necesidades, en angustias, entonces soy fuerte al reposar sobre mí el poder de Cristo, porque cuando soy débil entonces soy fuerte, el poder de Cristo permanece en los creyentes en los cuales vive durante su peregrinaje en esta tierra rumbo al hogar celestial.

La gracia es la presencia, el favor y el poder de Dios. Es una fuerza, la fortaleza celestial que se les da a los que invocan a Dios. Disfrutaran de esa gracia los creyentes fieles que aceptan sus debilidades y dificultades por causa del evangelio.

La palabra aguijón.- Da idea de dolor dificultad, sufrimientos, humillación, debilidades físicas. A Pablo se le dio ese aguijón para evitar se volviera presumido a causa de las revelaciones que había recibido (se atribuye a la actividad demoníaca, permitida pero controlada por Dios).

2 Corintios

12:7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 
12:8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 
12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 
12:10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

La fe en Jesucristo es la única condición que Dios exige para la salvación.
Dios da una medida de gracia como don (1Co 1:4) a los incrédulos para que puedan creer en el Señor Jesucristo (Ef 2: 8-9).
Dios da gracia a los creyentes para que sean libres de pecado (Ro 6:20-22), para producir en ellos tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad, para que oren, crezcan en Cristo y testifiquen acerca de Cristo (Hch 4:33; 11:23).
La gracia de Dios se debe desear y buscar con diligencia: se recibe al estudiar y obedecer las escrituras, al oír la proclamación del evangelio, al orar, ayunar, adorar a Cristo, al permanecer lleno del Espíritu y participar en la Cena del Señor (Hch 2:42)

Pero el creyente se puede apagar, recibir en vano, desechar, abandonar la gracia de Dios, puede dejar de alcanzarla (Gá 5:4) (Gá 2:21).

Dios les bendiga en gracia y amor

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