LA VIDA DE DIOS EN NUESTRA ALMA
El amor de Dios es una inmensa sensación agradable y afectuosa de las
perfecciones divinas, que le hace al alma renunciar a lo mundano y caminar en
sacrificio hacia su luz, deseando por encima de todas las cosas compartir la
comunión con Dios, estar dispuesto a escuchar su voz y obedecerla en su
perfecta voluntad.
Esta maravillosa comunión con Él hace que tengamos su misericordia, en ella
crecemos, progresamos espiritualmente en su infinita bondad, que manifiesta con
su providencia a toda su creación.
El alma que posee el amor divino, debe compartirlo a toda la humanidad, en
sinceridad y sin límites, a través de la intimidad que tiene con el Creador,
por ello sus hijos tienen su imagen estampada, esto es caridad y virtud en toda
su justicia divina, con todos los deberes hacia el prójimo, porque el que de
verdad ama, ama a todos. Dios no hace excepción de personas.
La humildad alberga la generosidad divina, que va acompañada de una
profunda sumisión a la voluntad de Dios, y una gran falta de vida hacia la
gloria del mundo y sus aplausos.
Estas son las más altas perfecciones que los hombres o los ángeles
fundamentan el cielo establecido en el alma, donde pueden encontrar una copia
de los pensamientos de Dios, escrito en su propio pecho o buscar en los
volúmenes del cielo para saber lo que está determinado por su estado eterno,
son los inicios de la felicidad, que se siente en la conformidad de los poderes
de su alma a la naturaleza de Dios y el cumplimiento de su voluntad, son una
prenda segura de que su felicidad se perfeccionó, y continuará por toda la
eternidad.
No es casualidad que un ángel enviado diga que mi nombre estaba escrito en
el libro de la vida.
Cuando hemos dicho todo lo que podemos, los misterios secretos de una nueva
naturaleza y la vida divina nunca pueden ser lo suficientemente expresadas, con
el lenguaje y las palabras no podemos llegar ni serán verdaderamente
entendidos, sino sólo por aquellas almas que han sido encendidas por el fuego del
Espíritu Santo, y despertaron a las cosas espirituales.
Allí donde hay un espíritu en el hombre, y el soplo del Omnipotente le da
comprensión, el poder de la gracia y la oración actúan de manera sobrenatural,
en esferas sobrenaturales. Podremos tomar la mejor medida de los dones de
gracia a partir de aquellos que son ejemplificados en la vida santa de nuestro
Salvador, por si alguna vez la verdadera bondad de Dios era visible a los ojos
mortales, fue entonces cuando su presencia embelleció e ilustró a este mundo
inferior.
Nuestro Salvador tenia deleite en conversar con el Padre por medio de la
oración, se retiraba con frecuencia del mundo y con devoción pasaba noches
enteras en ejercicios celestiales, aunque no conocía el pecado. Toda su vida
fue una oración, su aliento era oración, nunca conoció la pereza, o la tibieza
de espíritu para su ejercicio de devoción.
Sus obras milagrosas eran instancias de su bondad y poder, y se
beneficiaron aquellos a quienes fueron hechas, así como el asombro de los espectadores.
Juan 15:14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Y él hizo la voluntad de su Padre, lo mismo para él como su hermano,
hermana, y madre.
Judas entregó al Hijo del Hombre con un beso, pero que decir de la
mansedumbre de Jesús, a pesar de la ingratitud y el disimulo de un
sinvergüenza, voluntariamente entregó su vida, incluso por sus acérrimos
enemigos, mezclando en sus oraciones con su sangre rogaba al Padre, pero podría
convertirse en el medio de la vida eterna a esas mismas personas que procuraron
su muerte.
La pureza, es el descuido de los alojamientos y disfrutes mundanos, en una
decisión perdurable con un propósito eterno y alto nivel espiritual del Reino
de los cielos.
Jesús fue totalmente muerto a todos los placeres de la vida natural, nunca
conoció el lecho nupcial. Así es el hermoso esposo de su iglesia, con pureza y
regocijo en el espíritu. Varón de dolores, experimentado en quebranto.
Debemos aprender de Él a ser mansos y humildes de corazón.
La condescendencia infinita del Hijo eterno de Dios, esas perfecciones
eminentes brillaron en su alma bendita, pero con la humildad más profunda,
renunciaba al apelativo de maestro bueno, respondiendo ninguno hay bueno, sino
sólo Dios.
Es sólo Dios quien en su origen y esencia es bueno.
Nunca hizo uso de su poder para vanidad o la ostentación. No quiso
gratificar la curiosidad de los judíos con señales del cielo, o otros
prodigios. Pero en su caridad incitaba al alivio de los miserables, su humildad
le hacia muchas veces ocultar milagros, excepto cuando la gloria de Dios había
de ser manifestada públicamente.
El amor es poderoso y prevalece en pasión, por el cual todas las facultades
e inclinaciones del alma están determinados por su perfección y felicidad.
El que ama pobremente convierte las cosas en vileza, pero un afecto noble
mejora el espíritu con las perfecciones con que ama.
No es posible negar las cosas que por amor hemos dado al prójimo y a
nosotros mismos. El que ama mucho, no sólo da todo lo que tiene, sino todo lo
demás que pueda hacer que la persona amada sea feliz, lo que pueda darle con
todo corazón. El que comparte el amor divino, se entrega a Dios y recibe
perfección de la naturaleza divina. El amor es el presente más digno que
podemos ofrecer a Dios. Pero que se degrada cuando nos vestimos de otra manera.
El amor divino eleva el alma a la felicidad. Los placeres más elevados y
encantadores, los más sustanciales que la naturaleza humana es capaz de
compartir cuando se está en plena intimidad y cercanía con el Creador. Este
amor echa fuera el temor, no ve las imperfecciones del mundo sino ve cómo
mejorar el caminar y el crecer en el perfecto estímulo de su luz.
El que ama a su prójimo como a sí mismo, nunca puede entretenerse en un
pensamiento perjudicial. Esta bondad interiorizada y benignidad como fruto del
espíritu refleja dulzura y serenidad en el rostro, inspira al alma a emprender
cosas más elevadas. El reino de los cielos sufre violencia, pero sólo los
violentos lo arrebatan. Este amor más amplio, es más potente y eficaz.
Anticipan las bienaventuranzas y las alegrías del cielo sobre la tierra.
La humildad a los ojos naturales puede parecer de calidad despreciable, en
tanto que no alimenta al orgullo. La ignorancia engendra orgullo.
Pero la humildad surge de las cosas excelentes, de almas nobles y educadas
que no tienen una alta opinión de la riqueza. Pero si subliman las excelencias
de las cosas espirituales, la belleza espiritual, no tanto como la física,
podrán envejecer dignamente, cultivando las cosas del espíritu y del ágape en
el amor de Dios.
Dejemos todos los miedos y pensamientos desconcertantes, para llevar a cabo
una lucha vigorosa y confiar con toda seguridad en la ayuda divina que nos dará
la conquista. Nos levantamos y el Señor con nosotros y quien contra nosotros.
La verdad de Dios en nuestras almas como la obra inmediata de Dios. El Espíritu
Santo debe venir sobre nosotros y el poder del Altísimo nos debe menguar, antes
que lo santo sea engendrado, y que Cristo sea formado en nosotros.
No debemos de estar merodeando en la zanja, a la espera que la Omnipotencia
de Dios nos saque de allí.
Dios es el que hace producir y crecer el heno, y a la hierba, sin embargo,
nadie va a decir que los trabajos del hombre son innecesarios. Así el alma
humana es creada inmediatamente por Dios, aunque tiene que intervenir un golpe
de la Omnipotencia para efectuar este gran cambio en nuestras almas.
Dios ha sido encontrado por aquel que le busca, a recogido a aquellos que
estaban fuera de Él y puso cimiento sobre ellos, y detuvo su curso
repentinamente, como lo fue con Pablo en su viaje a Damasco. Tenemos más
razones para esperar la ayuda divina, que cuando lo hacemos con nuestros
propios esfuerzos. Dios tiene múltiples maneras de tratar con las almas de los
hombres y realizar la obra en nosotros.
Ahora, debemos estar bien informados acerca de los pecados. No debemos
tomar las medidas y la tolerancia del mundo o de los impíos. La mayoría de las
personas, tienen temores ligeros hacia el pecado, no son sensibles a los
efectos y consecuencias del pecado, salvo que se trate de algo abominable.
Cuanto orgullo, vanidad, debilidad, locura abrazan al pecado, explotan a un
comportamiento inadecuado llevadero de una consecuencia o paradoja, un efecto
de este que no ha de traer nada bueno ni edificante a nuestra vida.
Cada uno de nosotros debe responder por sí mismo. Todo me es lícito, pero
no todo me conviene.
Si alguna vez queremos limpiar nuestro camino, debe ser con guardar la
Palabra de Dios, que es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos
filos que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Se podrán descubrir muchas cosas pecaminosas, que pasan por inocentes a los
ojos del mundo. En cuanto a las obras de los hombres, por las palabras de sus
labios, guárdame de las vías del destructor.
Nada oculto que no haya de ser manifestado
Lucas 8:16 Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo
de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la
luz. -17 Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido,
que no haya de ser conocido, y de salir a luz. -18 Mirad, pues, cómo oís;
porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que
piensa tener se le quitará.
Las verdades espirituales son la luz que alumbra para disipar las
tinieblas.
Estas verdades necesitan ser anunciadas, las buenas nuevas del evangelio
necesitan ser proclamadas con el poder de la gracia para que produzcan un
efecto beneficioso en otras almas. Son las semillas que El Señor nos entrega
para ser plantadas.
Si no se hace así, sería como prender una lámpara y cubrirla con una
vasija, o como ponerla debajo de la cama, entonces la luz no podría alumbrar.
La luz se coloca en un candelero, para que todos la puedan ver.
La verdad que había estado tanto tiempo oculta y que el Señor Jesús la ha
dado a conocer no debe quedar oculta más tiempo, debe ser anunciada.
Los que la oímos y anhelamos discernir la revelación debemos asumir la
responsabilidad de proclamar esa verdad, ese maná a otros, si somos fieles a la
obra.
Dios mismo nos dará más sabiduría, más inteligencia para conocer más
verdades espirituales eternas para que podamos proclamar su Palabra.
En cambio, si alguien es negligente con la obra, en lugar de darle más
sabiduría y más inteligencia, Dios mismo le quitará esa verdad para que ni
siquiera lo poco que sabían les sea útil.
Debemos ser cuidadosos de cómo oímos.
Si somos fieles compartiendo la verdad con otros, entonces Dios nos
revelará verdades nuevas y más profundas, pero si no tenemos este espíritu
evangelístico, proclamar las buenas noticias, Dios nos privará de la verdad
eterna.
Lo que no usamos, lo perdemos.
Los discípulos escucharon con una mente abierta para comprender y con una
disposición para creer y obedecer, el resto oyó sin poner atención.
A los primeros se les otorgará mayor conocimiento, a los últimos se les
quitará el conocimiento que ellos pensaban que tenían.
Aún así a los primeros hubo advertencias del Señor, pero ellos no quisieron
ni siquiera preguntarle lo que quería decir, por miedo a la verdad. (Lc
9:44-45)
Muchas veces el Señor nos advierte sobre cosas que van a pasar, pero si no
es lo que queremos oír, no lo aceptamos.
Mt 25:29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no
tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Jesús expone un importante principio con respecto a la recompensa.
Lo que recibamos en el futuro reino de Dios dependerá de lo que atesoremos
ahora en ese reino.
Lo más importante es lo que uno de nosotros somos en el espíritu delante de
Dios, la fe, carácter piadoso, la sabiduría, el dominio propio, paciencia, el
amor, los frutos del espíritu como higos dulces de una higuera fértil.
Amar la justicia y odiar la maldad, como lo hizo Cristo.
Ro 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta.
La consagración a Dios mejorará los resultados del que trabaja en Su obra.
Jesús prepara un reino para su remanente.
Heb 1:9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió
Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
No basta con amar la justicia, sino que además aborrecemos el mal, odiar el
mal y la injusticia.
Es el fundamento de la unción de Dios.
Sal 45:7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió
Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Aumentará en nosotros el amor a la justicia y el odio al mal, crecer en el
amor sincero y compasivo por aquellos cuya vida destruye el pecado.
Producto de tener una unidad cada vez mayor con Jesucristo, Dios y
Salvador, que amó la justicia y odió la maldad.
Prov 8:13 El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la
arrogancia, el mal camino,
Y la boca perversa, aborrezco.
Amos 5:15 Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en
juicio; quizá Jehová Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José.
1 Ju 2:15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no
está en él.
Los “nicolaítas” están mencionados en la Biblia solo en dos pasajes, y
ambos pertenecen al libro de Apocalipsis, nuestro Señor Jesucristo no hablo de
ellos, mientras estuvo en la tierra, sino mediante la revelación hecha a Juan,
en el libro de Apocalipsis.
Apocalipsis, 2:6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los
nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
Apocalipsis, 2:15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los
nicolaítas, la que yo aborrezco.
El primer pasaje citado se encuentra dentro de la carta a la iglesia de
Éfeso, mientras que el segundo se encuentra dentro de la carta a la iglesia de
Pérgamo.
Éstos nicolaítas afirmaban igual que la enseñanza de balaam, que la
inmoralidad sexual no afectaba la salvación personal en Cristo.
Cuando en el NT declara claramente lo contrario, tales personas no
heredaran el Reino de Dios.
1 Cor 6:9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No
erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, 6:10 ni los ladrones, ni los avaros,
ni los borrachos, ni los maldicientes, ni
los estafadores, heredarán el reino de Dios.
Dios detesta la herejía que enseña que se puede ser salvo y al mismo tiempo
llevar una vida inmoral.
Aborrecer lo que Dios aborrece es esencial para ser fiel a Cristo.
Sal 139:21 ¿No odio, oh Jehová, a los que te aborrecen, Y me enardezco
contra tus enemigos?
139:22 Los aborrezco por completo; Los tengo por enemigos.
139:23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis
pensamientos;
139:24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino
eterno.
Bibliografía:
La vida de Dios en el alma del
hombre
Henry Scougal
Predica: La vida de Dios en el alma
del hombre
Iglesia Valle Hebrón