La humillación de Edom
Los
edomitas vecinos sureños de Judá, eran descendientes de Esaú
hermano de Jacob. Sin embargo esa nación se había convertido en
enemiga perpetua del pueblo de Dios, incluso con frecuencia ayudando
al ejército pagano que atacaba a Israel.
Debido
a la prolongada hostilidad de Edom hacia el pueblo de Dios y su odio
contra éstos, la ira de Dios vendría sobre ellos.
Los
edomitas vivían en una cordillera rocosa. Consideraban con altivez
que su tierra natal era segura, y estaban orgullosos de su
autosuficiencia y su poder. Pero Dios los abatiría. La Palabra
enseña que el orgullo y la altivez conducen al engaño de sí mismo,
que vienen antes de la caída, pues Dios resiste a los soberbios,
Dios aborrece la soberbia y el orgullo, ello hace que Dios no acepte
sus oraciones, ni manifieste su presencia ni conceda su
gracia. El que se envanece o busca la honra y estima de los hombres
se priva de la ayuda de Dios.
En
cambio, al que con humildad se somete a Dios y se le acerca, Él le
da gracia abundante, tiene misericordia y lo ayuda en cualquier
situación de la vida.
Los
edomitas se habían acostumbrado a saquear a otros pueblos, a
robarlos y matarlos. Pero ahora experimentarían lo mismo, porque
Dios traería otra nación contra ellos.
Abdías
profetiza que los edomitas serian destruidos por completo por causa
de su violencia y crueldad, mientras que sería restaurado Judá y
prevalecería el reino de Dios. Cuatro años después de la
destrucción de Jerusalén, el pueblo edomita fue casi destruido por
los babilonios y obligado a vivir en el sur de Judá. Después del
año 70 d.C. Roma destruyó Jerusalén, no se volvió a saber de
ellos.
Edom
se negó a ayudar a Israel, su pariente cuando estuvo en angustia.
Por eso Dios los juzgaría. Dios quiere que su pueblo que recibe
ayuda y misericordia, muestre la misericordia a los demás en momento
de necesidad.
La
indiferencia y la egolatría demuestran que no habitan en el creyente
el amor y la gracia de Dios.
Abdías
profetiza que Dios recompensa a las naciones según ellas trataron a
las otras.
Col
3:25 Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere,
porque no hay acepción de personas.
El
maltrato a los demás de parte del creyente es un asunto grave que
afecta a la futura gloria en el cielo.
Los
que tratan con amor y bondad recibirán recompensa del Señor.
Cualquiera
que maltrata a otro creyente y es injusto con él pagará conforme a
su maldad. El culpable llevará su maldad a juicio y sufrirá sin
parcialidad las consecuencias.
El
principio de que en el futuro los creyentes seremos responsables
delante de Dios, debe ayudarnos a motivar el amor, la bondad y la
misericordia con todo ser humano.
Dios
juzgará a sus propios hijos por la manera como se hayan tratado unos
a otros.
Gá
6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará.
El
amor a Dios es el primer y grande mandamiento. La práctica de amor a
todas las personas nunca debe transigir la santidad de Dios, su deseo
de pureza, su voluntad y sus normas reveladas en las Escrituras.
Amarás a tu prójimo.
El
amor debe ser el rasgo distintivo de los seguidores de Cristo. La
relación entre los creyentes debe distinguirse por un amor sincero,
mostrarse amigos en las pruebas, preocuparse por los sentimientos y
promover el bienestar mutuo.
Ju
13:34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como
yo os he amado, que también os améis unos a otros.
Cualquier
persona que posea una fe viva en Jesucristo y sea leal a la Palabra
infalible e inspirada de Dios, inmutable, así como sinceramente la
entienda y se mantiene firme contra el espíritu del mundo, es un
hermano en Cristo y merece amor, respeto y apoyo. Nunca debemos poner
en juego la santidad de Dios. El amor a Dios siempre tiene prioridad.
Ju
14:1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en
mí. -14:2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no
fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. -14:3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez,
y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también
estéis. -14:4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.
Esa
eterna y gloriosa reunión para todos los seguidores de Jesucristo que
desean estar siempre con el Señor.
Heb12:22 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, -12:23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, -12:24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.
Heb12:22 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, -12:23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, -12:24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.