VISIÓN Y LLAMAMIENTO DE DIOS
Is
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Uzías fue el último gran rey del reino del sur, reino de Judá. Había
logrado dominar a los filisteos, árabes y amonitas. Gobernó la
nación por 52 años, que había sido bendecida de forma material de
acuerdo con la promesa de Dios.
El
profesor Delitzch (Teólogo -1944, exegeta del AT, experto en
cultura hebrea, formó misioneros cristianos para trabajar entre
judíos) dijo: “la gloria nacional de Israel también murió junto
con el rey Uzías, y nunca ha podido ser recuperada hasta el dia de
hoy”.
Cuando
murió Uzías 740 aC, Isaías pensaría :”bueno el buen rey Uzías
ha muerto, y ahora todo se va a desmoronar”, “Israel será
llevado a cautiverio, se acabará la prosperidad y llegará un
período de depresión, y después de hambre”.
Salmo
29:9 Voz de Jehová que desgaja las encinas, Y desnuda los bosques;
En su templo todo proclama su gloria.
Isaías
descubrió que el verdadero Rey de esta nación no estaba muerto.
“vi
yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas
llenaban el templo.”
Al
contemplar a plenitud la santidad de Dios, Isaías comprendió al
instante su propia imperfección e impureza, reconoció las
consecuencias de ver a Dios cara a cara y estaba asustado.
Dios
le limpió la boca y el corazón y lo hizo digno de permanecer en su
presencia como siervo y y profeta del Santo de Israel. Sólo Dios
puede proporcionar la pureza que Él exige.
Cuando
Isaias recibió una visión de Dios, fue limpiado de su pecado y Dios
le dio misión de proclamar la Palabra de Dios a su pueblo
espiritualmente ciego, sordo e insensible.
La
gloria, la majestad y la santidad de Dios exige que quienes le sirven también deben ser santos, la iglesia debe tener una visión principal
de Dios como Santo Señor y Juez de todos, y la necesidad de la obra
santificadora en la vida de cada creyente acompañará tal visión.
El
resultado será confesión sincera, limpieza gloriosa y capacitación
poderosa de Dios con respecto a su voluntad y llamamiento.
Isaías
era ya era un hombre de Dios antes de esta experiencia, pero tuvo un
efecto tremendo sobre él. La reacción de Isaías cuando se vio tal
como realmente era en la presencia de Dios, como una persona
inacabada, como una obra sin terminar. La visión le reveló su
condición.
Cuando
pudo contemplar a Dios, pudo verse a sí mismo.
Muchos
de nosotros hoy es que tal vez no vivimos a la luz.
Si
vivimos a la luz de la Palabra de Dios vemos nuestra verdadera
condición.
En
1 Ju 1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos
comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos
limpia de todo pecado.
"Y
voló hacia mí uno de los serafines, trayendo en su mano un carbón
encendido, tomado del altar con unas tenazas."
Este
carbón encendido representa la sangre purificadora de Cristo, que
continúa limpiándonos de todo pecado, no es la encarnación de
Cristo la que nos salva, sino su muerte en la cruz.
"Tocando
con él sobre mi boca, dijo:He aquí que esto tocó tus labios, y es
quitada tu culpa y limpio tu pecado."
Así
fue que los labios de este hombre fueron limpiados, el acto de
colocar un carbón encendido en sus labios fue una manifestación
externa, de lo que había sucedido en su interior, lo que procede del
corazón de una persona sale a través de sus labios y cuando sus
labios son limpiados, el corazón también es limpiado.
Si
vivimos a la luz de Su Palabra, vamos a ver exactamente lo que vio
Isaías, que somos como una obra sin terminar, y que tenemos labios
impuros.
Después de la gran purificación a Isaías se le facultó como profeta, y nos
recuerda como la gran Comisión del Señor resucitado de proclamar
las buenas nuevas por todo el mundo, la forma de cautivar nuestros
corazones de la misma manera que Isaías : “Heme aquí, envíame a
mí”.
Dios
alentó a Isaías al decirle que un pequeño remanente del pueblo
creería y sería preservado. Saldría una nueva Judá que sería
llamada santa, mediante la cual llevaría a cabo su plan de salvación
para el mundo.
El
profeta estaba siendo enviado a aquellos que estaban ciegos, sordos y
endurecidos, Dios nunca endurece o insensibiliza corazones, ni da
ceguera a los ojos de aquellos que quieren ver, pero sin Su
intervención ellos nunca llegarían a ver.
La
tarea de Isaías era comunicar al pueblo el mensaje de la luz. La luz
simplemente revela la ceguera de la gente. En la oscuridad las
personas no saben si están ciegas o no.
El
pueblo rechazaría el mensaje de Isaías y permanecería indiferente
al llamamiento profético del arrepentimiento. En realidad su
predicación volvería el corazón de ellos aún más contra el
Señor, no obstante Isaías tenía que predicar fielmente el
impopular mensaje del juicio.
Cuando
el Señor Jesús vino al mundo, Él era la luz del mundo. En Su
Presencia sucedieron dos cosas: Él hizo que los pájaros cantaran y
que las ratas huyeran.
Dios
no causa la ceguera de nadie. Dios no endurece los corazones. Cuando
brilla la luz, revela lo que una persona ya es.
Mt
13:14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que
dijo:
De
oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis.
-13:15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los
oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con
los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se
conviertan, Y yo los sane.
Sin
embargo, habría un límite a su ministerio desconsolador, los
juicios ejecutados por medio de Senaquerib en 701 a.C., llevarían a
Jerusalen a la fe y a la obediencia, como resultado Isaías tendría
un nuevo ministerio, durante los quince años adicionales que se le
concedieron a Ezequías hijo de Acaz.
Senaquerib
rey asirio encerró a Ezequías en Jerusalen como un pájaro.
Ezequías clamó a Dios por medio de Isaías, Dios envió a un angel
y esa noche mató a 185.000 soldados que acampaban fuera de
Jerusalen.
De
igual manera, bajo el nuevo pacto Dios juzgará a una iglesia
apóstata y levantará un remanente santo que permanecerá fiel a Él
y a su Palabra.
Santo,
Santo, Santo, Jehová de los ejércitos.
Cristo
a las siete iglesias
1.-
Cristo alaba a la iglesia que no tolera a los malos (Ap 2:2); pone a
prueba la vida, doctrina y afirmaciones de los dirigentes cristianos;
persevera en la fe, en el amor, el testimonio y el sufrimiento por
Cristo.
Odia
lo que Dios odia (2:6); vence al pecado, a Satanás y al mundo impío;
niega a adaptarse a la inmoralidad del mundo y a la mundanalidad
interna.
2.-
Cristo recompensa a las iglesias que perseveran y permanecen fieles a
Él y a su Palabra.
-Librándolas
de la hora de la prueba que vendrá sobre todo el mundo (Ap 3:10).
-Dándoles
su amor, presencia e íntima comunión (3:20)
-Bendiciéndolas
con al vida eterna con Dios (Ap 2:11, 17, 26,; 3:5, 12, 21:7).
3.-
Cristo condena a la iglesia que le resta valor a la devoción
personal e íntima a Él y al Padre (Ap2:4); se aparte de la fe
bíblica, tolera dentro a dirigentes, maestros inmorales, muere
espiritualmente, o se vuelve tibia, y sustituye la espiritualidad, es
decir la pureza y rectitud y sabiduría espiritual, con el éxito y
opulencia aparentes (3:17)
4.-
A éstas iglesias Cristo las quitará de su lugar en el reino de Dios
(Ap 2:5; 3:16). Hará que pierdan la presencia de Dios, el genuino
poder del Espíritu Santo, el verdadero mensaje bíblico de
salvación. Pondrá a sus dirigentes bajo el juicio de Dios
(Ap:2:20-23).
5.-
Cristo revela sobre la tendencia natural de las iglesias hacia el
estancamiento, la decadencia y la apostasía espirituales. Tendencia
inherente de las iglesia a errar, aceptar falsas doctrinas y al
adaptarse a los elementos del mundo que se oponen a Dios (Gá 5:27).
Además a menudo caen bajo influencia de personas apóstatas,
malvadas e infieles (Ap 2:2,14-15,20). El evangelio es el mensaje
original de Cristo, es la autoridad suprema por lo cual se miden la
verdad y la falsedad.
6.-
Ante todo, las iglesias deben estar dispuestas a oír lo que el
Espíritu dice a las iglesias (Ap 2:5-7,16-17,21). La Palabra de
Jesucristo siempre debe ser guía de la iglesia, que debe renovar sus
creencias, actividades y vida espiritual. Las iglesias deben examinar
continuamente su condición espiritual ante Dios y, si es necesario,
corregir su grado de tolerancia del mundo y de inmoralidad entre los
fieles. La decadencia espiritual puede detenerse en cualquier iglesia
si hay arrepentimiento sincero y retorno diligente al primer amor, a
la verdad, a la pureza y al poder de revelación bíblica de
Jesucristo.