El misterio de Cristo
El misterio de Cristo, escondido desde los siglos en Dios,
se le dio a conocer a Pablo por revelación, el misterio es el propósito de Dios
“reunir todas las cosas en Cristo, las que están en los cielos, como las que
están en la tierra y de incluir personas de todas las naciones en la promesa de
vida y salvación (Ro 16: 25-26).
La gracia de Dios, dada a cada
creyente para cumplir la voluntad de Dios es la fuerza estimulante que fluye
del Cristo resucitado y obra por medio del Espíritu Santo que vive en el creyente
(Hch 6:8; 11:23; 14:26; 1Co 15:10; 2Co 12:9; Fil 2:13; Col 1:29; Tit 2: 11-13.
Fortalecidos en el hombre
interior por el Espíritu, es tener los sentimientos, pensamientos y propósitos
puestos cada vez más bajo su influencia y dirección, para que el Espíritu pueda
manifestar su poder por medio de los creyentes en mayor medida. El propósito de
este fortalecimiento es que los creyentes disfruten de la presencia de Cristo
en el corazón (Ro 8: 9-10), sean establecidos en el amor sincero de Dios, a Cristo
y a los demás, comprendan y experimenten el amor de Cristo por ellos, es decir
seamos llenos de toda la plenitud de Dios, tan llenos de la presencia de Dios
que reflejemos de nuestro interior el carácter y la medida del Señor
Jesucristo.
Las escrituras dividen a los
seres humanos en dos clases:
El hombre natural, o que no es
espiritual, es la persona no regenerada, o sea gobernada por simples instintos
naturales, por lo tanto no tienen la presencia del Espíritu Santo (Ro 8:9) está
bajo el dominio de Satanás (Hch 26:18) es esclava de los deseos de la carne (Ef
2:3), pertenece al mundo y rechaza los caminos rectos del Espíritu (1 Co 2:14).
El hombre espiritual, es la
persona regenerada, que tiene el Espíritu Santo, esa persona piensa en lo
espiritual, conoce los pensamientos de Dios (1 Co 2:11-13) y vive por el
Espíritu de Dios (Ro 8:4-17), cree en Jesucristo y se esfuerza por seguir la
dirección del Espíritu que vive en ella y resiste los deseos sensuales y
dominio del pecado (Ro 8:13-14), esa persona nace de nuevo, se renueva (Ro
12:2) y recibe la justicia de Dios mediante la Fe en Cristo.
El peligro de los creyentes
carnales, están en peligro de desviarse de la sincera devoción en Cristo (2 Co
11:3) y adaptarse cada vez más al mundo (2 Co 6: 14-18), pueden sufrir la
muerte espiritual y deben saber que están en peligro de apartarse de la Fe si
no están dispuestos a purificarse de todo lo que desagrada a Dios (Ro 6: 14-16)
deben comprender que es imposible participar de las cosas del Señor y de las de
Satanás al mismo tiempo (Mt 6:24; 1Co 10:21), deben separarse del mundo (2 Co
6:14-18) purificarse y perfeccionar la santidad en el temor de Dios (2 Co 7:1)
1 Co 2:14-15.- Pero el hombre
natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En
cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
Ef 1: 3-10.- Bendito sea el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes
de la fundación del mundo, para que fuésemos santo sin mancha delante de él, en
amor habiéndonos predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de
su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado en quien tenemos redención
por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo
sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a
conocer el misterio de su voluntad según el beneplácito, el cual se había
propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosa en Cristo, en la dispensación
del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que
están en la tierra.
Amén,
Dios les bendiga